Esa no iba a ser una mañana cualquiera. Desde que me metí a endurecer mis músculos al gimnasio mi madre se ha propuesto hacerme famoso entre sus amigas del barrio diciéndoles que soy instructor de aeróbicos y que puedo darles clases en la casa. Y esa mañana fue que se apareció ella y desde que la vi me imagine a ania gadea desnuda.
El timbre sonó muy temprano y me hizo saltar de la cama. ¿Quién llamaría a la puerta a las siete de la mañana? Me vestí con lo primero que encontré y fui a abrir la puerta. Lo que me encontré fue a una de mis vecinas vestida deportivamente con unas mallas y un top que le quedaban muy bien, aunque yo la prefería como ania gadea desnuda.
—Buen día vecina— la salude bostezando— ¿busca a mi madre? Ella ha salido.
—No muchacho, yo venía a verte a ti por lo de las clases de aeróbicos ¿No te comento tu madre nada?
Por la cara que puse pudo deducir que no.
—Caray, nos comentó tu madre que ya que habías montado un gimnasio en casa y que me podías dar clases ya que ir a uno particular sale muy caro. Me dijo que me pasaría hoy.
—En verdad que no sabía nada…pero ya que esta aquí, pase. Lo que me dejo asombrado de la vecina era lo bien proporcionado de su cuerpo. Se notaba que ella trabaja su cuerpo habitualmente logrando grandes resultados ya que tenía unos pompis muy apetecibles. Siempre fue mi sueño hacerlo con una madurita y ania gadea desnuda estaba perfecta para ese fin.
— ¿Te desperté o me parece? Estabas durmiendo aun seguro. Anda a desayunar, yo regreso más tarde o si quieres lo dejamos para mañana.
—No se preocupe vecina, yo me preparo mi batido y ese es mi desayuno. Voy un rato a mi cuarto a ponerme algo para sudar un poco y salgo para empezar las clases. Estoy ansioso por enseñar. Ponte cómoda.
Y es que simplemente no quería dejar pasar la oportunidad de levantarme a esa tía que estaba buenaza y que además se le veía algo coquetona y nada tímida. Rápidamente me puse un buzo que encontré por ahí y una camiseta deportiva. Pase por la cocina, me prepare un batido al vuelo y fue en busca de ania gadea desnuda.
—Vecina, venga, acompáñeme— La llamé desde la puerta de mi cuarto. Había acondicionado un modesto cuarto al lado del mío, con algunas máquinas para hacer deporte y allí seria nuestro lugar de entrenamiento. Ella se había quitado la casaca y estaba mucho más preparada esta vez. A sus zapatillas deportivas sumado a sus mayas negras ajustadas a sus piernas y su camiseta, también negra, de tirantes e igual de ajustada a su cuerpo que los pantalones. Desde luego, esa ropa combinaba mucho mejor con su bronceado de piel y su melena casi del mismo color.
— Tengo todo lo que necesitamos para empezar en esta habitación. No sé qué te habrá contado mi madre pero no tengo un gimnasio allí metido. Solo tengo unas cuantas máquinas y un banco de pesas.
—Eso para mí es suficiente— dijo mientras entraba a la habitación y abría los ojos como asombrada. — Yo solo deseo mantenerme y evitar que la grasa se acumule en mis brazos y caderas- me decía mientras se cogía coquetamente las partes que desea trabajar.
—Está perfecto entonces. ¿Cuándo empezamos?
—Ahora mismo si no tienes nada más importante que hacer- me dijo dibujando una sonrisa coqueta en su rostro.
—Está bien, entonces podrías venir lunes, miércoles y viernes. Pero tiene que ser a esta hora porque a las once me alisto para ir a trabajar.
—¡Te voy a hacer madrugar mucho! ¡Ah! Y cuánto me saldrían las clases?
—¿Cómo le voy a cobrar vecina? Déjelo así, hoy por ti mañana por mí.
—No, no, no. No quiero sentir que abuso de la confianza que tengo con tu madre, de alguna manera te tengo que pagar.
—Entonces lo habla con ella y coordinan ustedes ese punto. ¿Empezamos a hacer algo? Le dije como disimulando la calentura que tenía por esa pequeña insinuación que me hizo y provoco que la viera con ojos de deseo, de verla en esa banca como ania gadea desnuda.
En ese momento yo era puro fuego. Entonces le prepare la primera rutina para soltar los músculos. La hice trabajar delante mío y mis ojos se fueron directamente a su trasero. Un culo redondo y firme que casi me hace estallar los ojos. Si al quitarse las mayas seguía tan firme no iba a necesitar mucho ejercicio. Intente divisar si llevaba algo debajo pero no se veía ninguna marca. O llevaba un hilo metido entre sus cachetes haciéndolo invisible a mi escaneo o directamente no llevaba nada debajo. Pero que rico culito que se manejaba mi vecina a sus cuarenta años más o menos. – me ponía a pensar mientras le miraba todo. De pronto ella giró el cuello y creo que me descubrió de lleno hipnotizado con el movimiento de sus glúteos y alucinándola ania gadea desnuda, pero lo arreglé con una velocidad mental asombrosa.
—Vecina he notado que tiene el pelo muy largo, sería mejor que te pusieras una liga, sino te va a molestar en la cara al hacer los ejercicios. Me hizo caso y se fue al baño a ponerse una cola mientras se iba yo disfrutaba de ese señor trasero. Volvió sonriendo de manera picara a la “habitación-gym” donde yo la esperaba ansioso.
—Ahora he preparado una rutina full-body, es decir, que vamos a entrenar todos los músculos. Hoy te voy a enseñar los ejercicios y la técnica, pero a partir de la próxima clase te voy a exigir cada vez más hasta que te arrepientas de haber querido tomar clases conmigo – le bromee.
—Bueno, pero despacito nomas, a ver si es verdad que me vas a matar…
—Tranquila, que no. Vamos a empezar calentando cinco minutos.
Luego del calentamiento me dispuse a iniciar la rutina. Me puse enfrente de ella y la animé a comenzar a trotar en el sitio, como si estuviera corriendo pero sin moverse de su lugar.
—Sigue mis movimientos. Suave, para no hacerte daño en las rodillas – le recomendé.
Así comenzó a hacerlo cuando de pronto detecté algo delicioso. Aquellas tetas de la vecina rebotaban mucho. Y entonces yo quería ya despojarla de todo y hacerla trabajar como ania gadea desnuda. Tome aire y me concentré en mirarla a los ojos ya que teniéndola enfrente, ella no dejaba de clavar sus pupilas verdes sobre las mías. Tras unos segundos que parecieron minutos, la insté a seguir con el mismo trote pero esta vez elevando sus rodillas. Al principio pareció dudar de sus movimientos y comenzó a hacerlo mirando al suelo lo cual aproveche para volver a fijar mi mirada en aquel magnifico bote de pechos. Entonces no aguante mas y le comencé a acariciar esas tetas de la manera mas salvaje. Ella me miraba sorprendida y yo le dije “quería pagarme de alguna manera vecina? Entonces ahora es cuando”
Ella no se resistia a mis cariños y poco a poco me fue regalando besos apasionados y mucho manoseo. La cargue y me la lleve a mi cuarto. Esa noche no solo cumpli mi fantasia de pequeño sino que además pude tener a ania gadea desnuda para mi solito. Y vaya que lo pasamos muy bien.
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